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Heparina

Una representación de Heparina

La heparina es un medicamento que inhibe la coagulación de la sangre y, por tanto, previene o disuelve la formación de coágulos. Los coágulos sanguíneos pueden provocar complicaciones graves como trombosis, embolias o accidentes cerebrovasculares. La heparina también puede utilizarse en animales, incluidos los perros, para prevenir o tratar los coágulos sanguíneos. En este artículo aprenderá más sobre los efectos, el uso y los efectos secundarios de la heparina en perros.

¿Cómo actúa la heparina?

La heparina es una molécula natural formada por una cadena de azúcares. Se une a un factor de la sangre denominado antitrombina III. Este factor inhibe normalmente la actividad de varios factores de coagulación implicados en la formación de fibrina. La fibrina es una proteína que constituye la base de los coágulos sanguíneos. La unión de la heparina a la antitrombina III aumenta su efecto y, por tanto, inhibe en mayor medida los factores de coagulación. El resultado es una menor formación de fibrina y una menor tendencia de la sangre a coagularse.

¿Cuándo se utiliza la heparina?

La heparina puede utilizarse en diversas enfermedades o situaciones que provocan un aumento de la tendencia de la sangre a coagularse. Por ejemplo

  • CID (coagulación intravascular diseminada): Se trata de un trastorno potencialmente mortal en el que se produce una activación incontrolada de la coagulación en todo el organismo. Esto conduce a una coagulopatía de consumo, en la que se agotan los factores de coagulación y las plaquetas, lo que provoca hemorragias graves. Las causas de la CID pueden ser variadas, como infecciones, cáncer, intoxicación o shock.
  • Trombosis: Es la formación de un coágulo sanguíneo en un vaso sanguíneo que obstruye o bloquea el flujo de sangre. Esto puede provocar daños en los tejidos o el fallo de un órgano. Los lugares más frecuentes de trombosis son las venas de las piernas o los pulmones (embolia pulmonar).
  • Enfermedades con hipercoagulabilidad potencial: Son enfermedades que pueden aumentar el riesgo de trombosis, como el síndrome de Cushing, el síndrome nefrótico o la cardiomiopatía.
  • Intervenciones quirúrgicas: Pueden provocar daños en los vasos sanguíneos, lo que puede desencadenar una reacción de coagulación. También puede provocar una reducción de la movilidad del animal, lo que ralentiza el flujo sanguíneo y, por tanto, aumenta el riesgo de trombosis.
  • Quemaduras: Pueden causar daños en la piel y los vasos sanguíneos, lo que puede desencadenar una reacción de coagulación. También puede producirse una reacción inflamatoria, lo que aumenta la tendencia a la coagulación.

¿Cómo se utiliza la heparina?

La heparina está disponible en varias formas y dosis. Las formas más comunes son

  • Heparina no fraccionada (HNF): es la heparina original, que se obtiene a partir de tejidos animales. Tiene una masa molecular elevada y un efecto variable. Por lo tanto, debe controlarse regularmente para ajustar la dosis correcta. Suele administrarse en infusión intravenosa o inyección subcutánea.
  • Heparina de bajo peso molecular (HBPM): Es una heparina sintética producida a partir de la HNF. Tiene una masa molecular más baja y un efecto más uniforme. Por lo tanto, requiere menos control y puede administrarse en dosis fijas. Suele administrarse en inyección subcutánea.

La dosis de heparina depende de la indicación, el peso y el estado del animal. No existen recomendaciones estandarizadas para la dosis de heparina en perros, por lo que el veterinario debe determinar la dosis óptima de forma individual. Por regla general, una dosis más alta tiene un efecto anticoagulante más fuerte, pero también aumenta el riesgo de hemorragia. Una dosis más baja tiene un efecto anticoagulante más débil, pero también un menor riesgo de hemorragia.

Normalmente se recomiendan las siguientes dosis de HNF:

  • Para el tratamiento de la trombosis o la CID: 150-250 UI/kg cada 8 horas en inyección subcutánea o en infusión intravenosa continua.
  • Para la profilaxis de la trombosis: 75 UI/kg cada 8 horas en inyección subcutánea.

Normalmente se recomiendan las siguientes dosis para la NMH:

  • Para el tratamiento de trombosis o CID: 100-200 UI/kg cada 12 horas en inyección subcutánea.
  • Para la profilaxis de la trombosis: 50-100 UI/kg cada 12 horas en inyección subcutánea.

El efecto de la heparina puede controlarse mediante diversas pruebas de coagulación, como el aPTT (tiempo de tromboplastina parcial activado), el TT (tiempo de trombina) o la prueba antifactor Xa. Estas pruebas miden el tiempo que tarda la sangre en coagularse. Cuanto mayor sea el tiempo, mayor será la inhibición de la coagulación. Los valores objetivo de estas pruebas dependen de la indicación y de la heparina utilizada. En general, el aPTT debe prolongarse entre 1,5 y 2,5 veces y el TT entre 2 y 4 veces el valor normal. La prueba anti-factor Xa debe mostrar un valor entre 0,2 y 0,7 UI/ml.

¿Cuáles son los efectos secundarios de la heparina?

El efecto secundario más frecuente y grave de la heparina es la hemorragia. Puede provocar anemia, shock o la muerte. La hemorragia puede producirse en varios lugares, como el tracto gastrointestinal, los pulmones, el cerebro o en el lugar de la inyección. Los síntomas de la hemorragia pueden ser

Otro posible efecto secundario de la heparina es la trombocitopenia. Se trata de una falta de plaquetas, que son importantes para la coagulación de la sangre. Paradójicamente, la trombocitopenia puede aumentar la tendencia a las hemorragias. La causa de la trombocitopenia no se conoce del todo, pero se cree que es una reacción inmunomediada en la que se producen anticuerpos contra la heparina o la antitrombina III. Los síntomas de la trombocitopenia pueden ser

  • Petequias (pequeños puntos rojos) en la piel o las mucosas
  • hematomas (moretones)
  • Hemorragias nasales
  • Encías sangrantes

Un efecto secundario poco frecuente pero potencialmente mortal de la heparina es la hiperpotasemia. Se trata de un aumento del nivel de potasio en la sangre, que puede provocar arritmias cardiacas.

 

Los autores parten de la base de que debe consultarse a un veterinario si un animal está enfermo y de que la medicación sólo debe tomarse tras consultar a un médico o farmacéutico. Sólo un examen individual puede conducir a un diagnóstico y a una decisión terapéutica.

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