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Síndrome de cauda equina

Una representación de Síndrome de cauda equina

El síndrome de cauda equina es una enfermedad de la columna vertebral frecuente en perros mayores de razas medianas y grandes. Puede provocar dolor intenso y parálisis en las patas traseras, la pelvis y la cola. En este artículo conocerá las causas, los síntomas y las opciones de tratamiento del síndrome de cauda equina.

¿Qué es el síndrome de cauda equina?

El síndrome de cauda equina (CES) también se conoce como estenosis lumbosacra degenerativa (DLSS) o estenosis lumbosacra. Se trata de un trastorno neurológico causado por la compresión de las raíces nerviosas en el extremo de la médula espinal. Estas raíces nerviosas forman la llamada cauda equina, que tiene aspecto de cola de caballo y se encarga de irrigar los músculos y órganos de la parte posterior del cuerpo.

La compresión de las raíces nerviosas suele estar causada por cambios degenerativos en la columna vertebral, sobre todo en la transición de la última vértebra lumbar (L7) a la primera vértebra sacra (S1). Esta transición es especialmente móvil y susceptible de presentar signos de desgaste como artrosis, hernias discales o espolones óseos. Estos cambios estrechan el canal espinal por el que discurren las raíces nerviosas y provocan una presión mecánica sobre las fibras nerviosas. Esto puede dañar los nervios y perjudicar su función.

¿A qué perros afecta?

El síndrome de cauda equina afecta sobre todo a perros mayores de 20 kg. Una excepción es el caniche, que también se ve afectado con frecuencia. De las razas de perros grandes, los pastores alemanes, los schnauzers gigantes, los huskies siberianos, los dobermans, los rottweilers y los bóxers son los más afectados. Los factores genéticos también pueden influir, por ejemplo si un perro tiene una vértebra llamada de transición, que presenta características estructurales de dos secciones diferentes de la columna vertebral.

¿Cómo se reconoce el síndrome de cauda equina?

El síndrome de cauda equina se manifiesta a través de diversos síntomas, que pueden variar en función de la gravedad y la progresión de la enfermedad. Los signos más frecuentes son

  • Dolor en la columna lumbar, que aumenta al ponerse de pie, saltar o subir escaleras
  • Pérdida de rendimiento, fatiga y desgana
  • Arrastre de los dedos o tropiezos con las patas traseras
  • Debilidad o parálisis de las patas traseras
  • Incontinencia de orina o heces
  • Pérdida o parálisis del movimiento de la cola
  • Pérdida de musculatura en las patas traseras
  • Espalda levantada o postura encorvada

Los síntomas pueden aparecer de forma gradual o repentina y pueden mejorar o empeorar de vez en cuando. A menudo se interpretan erróneamente como signos de envejecimiento o se confunden con otras enfermedades como la artrosis o la hernia discal.

¿Cómo se diagnostica el síndrome de cauda equina?

Para diagnosticar el síndrome de cauda equina, el veterinario debe realizar un examen clínico exhaustivo. Esto incluye la comprobación de los reflejos, la sensibilidad al dolor y la fuerza muscular de las patas traseras. También se examina al perro para detectar signos de incontinencia o lesiones nerviosas.

Para confirmar el diagnóstico, suelen ser necesarios procedimientos de diagnóstico por imagen, como radiografías, tomografías computarizadas (TC) o resonancias magnéticas (RM). Estos procedimientos permiten visualizar los cambios en la columna vertebral y la compresión de las raíces nerviosas.

¿Cómo se trata el síndrome de cauda equina?

El tratamiento del síndrome de cauda equina depende de la gravedad de la enfermedad y del estado general del perro. Existen dos opciones: terapia conservadora o quirúrgica.

La terapia conservadora consiste en la administración de analgésicos y antiinflamatorios para aliviar los síntomas. La fisioterapia también puede ayudar a mejorar la movilidad y la musculatura de las patas traseras. La reducción de peso en perros con sobrepeso y el ajuste de los niveles de actividad también son importantes para reducir la tensión en la columna vertebral.

La terapia quirúrgica tiene como objetivo eliminar la compresión de las raíces nerviosas y ampliar el canal espinal. Existen varias técnicas quirúrgicas para ello, como la laminectomía, en la que se extirpa parte del arco vertebral, o la foraminotomía, en la que se amplían los orificios para las raíces nerviosas. En algunos casos, también se refuerza la unión lumbosacra para evitar una mayor inestabilidad.

El tratamiento quirúrgico suele tener más posibilidades de éxito que el tratamiento conservador, sobre todo si los síntomas ya están avanzados. Sin embargo, también se asocia a mayores riesgos y costes. Por lo tanto, es necesario decidir qué método de tratamiento es el más adecuado para cada perro.

¿Cuál es el pronóstico del síndrome de cauda equina?

El síndrome de cauda equina es una enfermedad crónica que no puede curarse. Sin embargo, el tratamiento puede mejorar la calidad de vida del perro y ralentizar la progresión de la enfermedad. El pronóstico depende de varios factores, como la edad, el estado de salud, la gravedad de los síntomas y la forma de tratamiento elegida. Por regla general, los perros con tratamiento quirúrgico tienen mejor pronóstico que los perros con tratamiento conservador. Sin embargo, pueden producirse complicaciones o los síntomas pueden reaparecer incluso después de la cirugía.

 

El síndrome de cauda equina es una afección frecuente en perros mayores de razas medianas y grandes que puede provocar dolor y parálisis en la parte posterior del cuerpo. Está causado por la compresión de las raíces nerviosas en el extremo de la médula espinal debido a cambios degenerativos en la columna vertebral. El diagnóstico se basa en un examen clínico y en procedimientos de diagnóstico por imagen. El tratamiento consiste en una terapia conservadora o quirúrgica, dependiendo de la gravedad y el estado general del perro. El pronóstico es variable y depende de diversos factores.


Los autores parten de la base de que debe consultarse a un veterinario si un animal está enfermo y de que la medicación sólo debe tomarse tras consultar a un médico o farmacéutico. Sólo un examen individual puede conducir a un diagnóstico y a una decisión terapéutica.

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