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Atrofia progresiva de retina

La atrofia progresiva de retina (ARP) es una enfermedad ocular que afecta a los perros y puede provocar ceguera. Esta enfermedad es progresiva y puede estar causada por una predisposición genética. En esta entrada del blog encontrará más información sobre las causas, los síntomas y las opciones de tratamiento de la ARP.

¿Qué es la atrofia progresiva de retina?

La atrofia progresiva de retina es una degeneración de la retina, responsable de la visión. La retina está formada por células que convierten la luz en señales eléctricas que se transmiten al cerebro. Estas células se denominan fotorreceptores y se dividen en dos tipos: Bastones y conos. Los bastones son los responsables de la visión en la oscuridad, mientras que los conos son los responsables de la visión en colores y con luz brillante.

En la ARP, estas células mueren gradualmente, lo que provoca un deterioro de la visión. Los primeros afectados suelen ser los bastones, lo que provoca ceguera nocturna. Posteriormente, también se ven afectados los conos, lo que conduce a la ceguera diurna y, finalmente, a la ceguera total.

La ARP es una enfermedad hereditaria que puede estar causada por diversos defectos genéticos. Existen varias formas de ARP, que difieren en el modo en que se heredan, la edad de aparición y el curso de la enfermedad. La ARP puede afectar a casi todas las razas de perro, pero algunas son más comunes o más susceptibles que otras.

¿Cómo se reconoce la Atrofia Retiniana Progresiva?

Los síntomas de la ARP pueden variar en función de la forma y el estadio de la enfermedad. Los primeros signos suelen ser una visión reducida en la oscuridad o al anochecer. El perro puede mostrarse inseguro o ansioso al moverse por habitaciones oscuras o al aire libre. También puede chocar con objetos con más frecuencia o parecer desorientado.

Con el tiempo, la deficiencia visual también puede notarse a la luz del día. El perro puede tener dificultades para reconocer o seguir objetos o personas. También puede estar menos interesado en juegos o actividades que requieran su vista.

Otro síntoma de la ARP es un cambio en el color o el brillo de los ojos. Las pupilas del perro pueden dilatarse permanentemente o no responder a la luz. Los ojos también pueden tener un tinte gris o azul o parecer turbios. Esto se debe a que detrás del cristalino se forma un tejido llamado catarata que obstruye la visión.

La ARP es una enfermedad indolora que no afecta directamente al perro. Sin embargo, puede provocar un deterioro de la calidad de vida, ya que el perro deja de percibir lo que le rodea. También puede dar lugar a enfermedades secundarias como el glaucoma, que es doloroso y puede dañar el globo ocular.

¿Cómo se diagnostica la atrofia progresiva de retina?

La ARP se diagnostica mediante un examen oftalmológico realizado por un veterinario. Se examina la retina con un aparato especial (oftalmoscopio) para detectar cambios o daños. También se realiza un electrorretinograma (ERG) para medir la función de los fotorreceptores.

Otra forma de diagnosticar la ARP es una prueba genética. Puede realizarse en determinadas razas de las que se sabe que tienen un defecto genético específico que causa la ARP. La prueba genética puede realizarse con una muestra de sangre o un frotis de mejilla y puede proporcionar información sobre la herencia y el riesgo de ARP.

¿Cómo se trata la atrofia progresiva de retina?

Lamentablemente, en la actualidad no existe cura ni tratamiento para la ARP. La enfermedad no puede detenerse ni revertirse. Por lo tanto, el objetivo del tratamiento es mantener la calidad de vida del perro y evitar posibles complicaciones.

El perro debe ser examinado regularmente por un veterinario para controlar la progresión de la ARP y reconocer y tratar enfermedades secundarias como cataratas o glaucoma en una fase temprana. Éstas pueden extirparse quirúrgicamente o controlarse con medicación para evitar el dolor o daños adicionales en el ojo.

El perro también debe adaptarse a su nueva situación para facilitarle la vida. Esto incluye no cambiar ni reorganizar su entorno con demasiada frecuencia para que no se pierda ni se lesione. También hay que darle señales u órdenes claras para guiarle o avisarle. También debes darle mucho cariño y atención para aumentar su confianza y bienestar.

La ARP es una enfermedad grave que afecta a la visión del perro. No tiene cura, pero se puede ayudar al perro a sobrellevarla y llevar una vida feliz.

 

Los autores parten de la base de que debe consultarse a un veterinario si un animal está enfermo y de que la medicación sólo debe tomarse tras consultar a un médico o farmacéutico. Sólo un examen individual puede conducir a un diagnóstico y a una decisión terapéutica.

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