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Eritropoyetina

(Redirigido desde EPO)

La eritropoyetina, abreviada EPO, es una hormona que estimula la formación de glóbulos rojos (eritrocitos) en la médula ósea. Los glóbulos rojos son los encargados de transportar el oxígeno en la sangre y, por tanto, son vitales para todos los órganos y tejidos. En este artículo aprenderá más sobre la función, las enfermedades y el tratamiento de la EPO en perros.

Función de la EPO

La EPO se produce principalmente en los riñones y se libera en la sangre. Allí se une a receptores especiales de las células precursoras de los glóbulos rojos en la médula ósea y estimula su crecimiento y maduración. La cantidad de EPO en la sangre está regulada por el contenido de oxígeno en los tejidos: Si el nivel de oxígeno es demasiado bajo, por ejemplo en caso de pérdida de sangre, anemia o adaptación a la altitud, se libera más EPO para aumentar la producción de glóbulos rojos. Si el nivel de oxígeno es normal o demasiado alto, se libera menos EPO para evitar la sobreproducción de glóbulos rojos.

Las enfermedades de la EPO

Existen varias enfermedades que pueden asociarse a un deterioro de la producción o la acción de la EPO. Las más comunes son

  • Enfermedad renal crónica: los riñones son la principal fuente de EPO para la mayoría de los perros. Si la función renal se ve afectada por una enfermedad crónica como la diabetes, la hipertensión, la inflamación o los cálculos, puede producirse una falta de EPO. Esto provoca una menor formación de glóbulos rojos y anemia, es decir, falta de glóbulos rojos en la sangre. La anemia puede provocar síntomas como cansancio, debilidad, pérdida de apetito, pérdida de peso, palidez de las mucosas y palpitaciones.
  • Policitemia: Se trata de una afección en la que hay demasiados glóbulos rojos en la sangre. Puede deberse a varias causas, por ejemplo un aumento de la producción de EPO debido a un tumor en el riñón u otros órganos, un aporte reducido de oxígeno debido a una enfermedad cardiaca o pulmonar o una predisposición genética. La policitemia puede hacer que la sangre sea más viscosa y aumentar el riesgo de trombosis y accidentes cerebrovasculares. Los síntomas pueden variar en función de la gravedad, pero suelen incluir enrojecimiento de las mucosas, dificultad para respirar, lentitud, cianosis (coloración azul) y convulsiones.

Tratamiento de la EPO

El tratamiento de los trastornos por EPO depende de la causa subyacente y de la gravedad de los síntomas. Las opciones terapéuticas más importantes son

  • Sustitución de EPO: si los riñones ya no pueden producir suficiente EPO, la administración artificial de EPO puede ayudar a corregir la anemia y mejorar la calidad de vida y la vitalidad del perro. Para ello, se inyecta regularmente al perro EPO sintética bajo la piel. La dosis debe ajustarse individualmente y depende del nivel de hemoglobina en sangre. La terapia con EPO puede tener efectos secundarios, como una sobreproducción de glóbulos rojos, la formación de anticuerpos contra la EPO sintética o una reacción alérgica. Por lo tanto, debe vigilarse estrechamente al perro.
  • Flebotomía: Si el perro tiene demasiados glóbulos rojos, una muestra de sangre puede ayudar a diluir la sangre y reducir el riesgo de trombosis. Consiste en extraer una cierta cantidad de sangre del perro y sustituirla por una solución salina. La flebotomía debe repetirse siempre que sea necesario y puede tener efectos secundarios como anemia, infecciones o problemas circulatorios.
  • Tratamiento de la enfermedad subyacente: La mejor forma de prevenir o tratar los trastornos por EPO es atajar la causa. Esto incluye, por ejemplo, el tratamiento adecuado de la diabetes, la hipertensión arterial, la inflamación o los tumores que pueden alterar la función renal. También pueden ser útiles, según los casos, un cambio en la dieta, una ingesta adecuada de líquidos, la administración de suplementos de hierro o vitamina D o la oxigenoterapia.

Los autores parten de la base de que debe consultarse a un veterinario si un animal está enfermo y de que la medicación sólo debe tomarse tras consultar a un médico o farmacéutico. Sólo un examen individual puede conducir a un diagnóstico y a una decisión terapéutica.

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